En el marco del aniversario número 60 de la Casa del Arte Diego Rivera, la Corporación Cultural de Puerto Montt expone en la sala Multiuso “Sergio Soza. Arquitectura, modernidad y arraigo” muestra desarrollado en colaboración con María Elena Valencia, Raúl Bulnes, el apoyo técnico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, el diseño museográfico del arquitecto Tomás Rodríguez y el apoyo en producción de Sebastián Deuma, Cristopher Haro y Mercedes Patthey. La exposición estará disponible desde el 22 de noviembre al 28 de diciembre.
Esta exposición recoge algunos documentos que son testimonio de su vida profesional: planos, diapositivas, escritos que dan cuenta de un quehacer comprometido y diverso. Un reconocimiento al aporte de Sergio Soza a nuestra región. A 60 años de la construcción de la Casa del Arte Diego Rivera, este edificio y las dinámicas culturales que alberga y posibilita, son la mejor evidencia de la relevancia y vigencia de su visión y trabajo.
Sergio Soza Valderrama (1926-2016) llegó a Puerto Montt en 1952 como un joven arquitecto encargado de la Provincial Llanquihue del Ministerio de Obras Públicas, plaza que le permitió influir en el desarrollo arquitectónico de la región durante casi dos décadas. Desde el inicio de su carrera Soza defendió la idea de una arquitectura pública descentralizada, diseñada en las regiones. Respetando sus particularidades geográficas, culturales y materiales, en lugar de la imposición de modelos o estándares desde la capital. Esta convicción lo llevó a proponer una arquitectura que, sin perder sus influjos modernos, estuviera conectada con el entorno local y sus necesidades específicas.
Desde su trabajo en el Ministerio de Obras Públicas y como arquitecto independiente, Soza impulsó una serie de proyectos significativos para la región. Los desafíos logísticos y geográficos del entorno lo llevaron a transformarse en un avezado piloto, para buscar directamente las iniciativas que promovieran el mejor desarrollo desde las comunidades al territorio. En sus proyectos los materiales del entorno –como la madera y la piedra– y la mano de obra local, se mezclan con diseños de geometrías limpias, de estética moderna y lenguaje particular, en diálogo con el paisaje y el clima frío y lluvioso.
Este estilo es visible en obras como la Casa del Arte Diego Rivera, el desaparecido Hotel Colina y el Colegio Alemán en Puerto Montt, así como los Hoteles (ex)Licarayen y Bellavista en Puerto Varas, entre otras obras públicas y privadas que aún podemos identificar en nuestras ciudades, donde Soza combinó funcionalidad con diseños arraigados a la identidad del sur de Chile.
En el sitio donde hoy se alza la Casa del Arte Diego Rivera –antiguo emplazamiento del hotel Miramar–, la artista Violeta Parra se encontraba hospedada el día del terremoto de mayo de 1960. Su experiencia del cataclismo quedó inmortalizada en las décimas de la canción Puerto Montt está temblando, profundo reflejo del caos y desconcierto de aquellos días: “...Estaba en el dormitorio / de un alto segundo piso / cuando principia el granizo / de aquel feroz purgatorio…”.
En este contexto se gestó una oportunidad excepcional: diseñar un nuevo edificio para el desarrollo cultural de la ciudad y la región como parte del Plan Chileno-Mexicano de Cooperación Fraternal, en un esfuerzo por reconstruir el espíritu de un país devastado por la fuerza de la naturaleza. Este plan incluyó también la construcción de casas de arte en Concepción (Casa del Arte José Clemente Orozco de la Universidad de Concepción o Pinacoteca) y Valdivia (Actual Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad Austral), la adquisición del inmueble para la Casa de la Cultura José Guadalupe Posada de Osorno (actual Museo Municipal), además de la población Anáhuac en Puerto Montt y ayuda humanitaria a los damnificados de distintas localidades. Estos proyectos fueron pensados para revitalizar las ciudades afectadas por el terremoto, integrando solidaridad, comunidad, arte, cultura y arquitectura.
Sergio Soza junto al joven arquitecto Raúl Bulnes, proyectaron la Casa del Arte en Puerto Montt como un espacio multifuncional. En ella la comunidad podría acceder a diversas expresiones culturales y el arte serviría como vehículo de reconstrucción emocional y social. El proyecto original incluía un teatro, una sala de exposiciones, espacios para la danza y las artes corales, además de un restaurante y locales comerciales que ayudarían al financiamiento de sus actividades. El programa lo coronaba una torre mirador de acceso público para observar el Seno de Reloncaví y la ciudad.
Dentro de las ideas originales para la Casa del Arte estaba la colaboración con el muralista y arquitecto mexicano Juan O'Gorman, invitado a diseñar un mural para el característico arco y escalera del edificio, que sería implementado por la escultora y muralista chilena María Martner. Esta colaboración buscaba simbolizar la unión cultural entre México y Chile, reforzando la naturaleza artística del proyecto. Aunque el mural no se concretó, la intención de fusionar arte y arquitectura en un espacio icónico logró perdurar por seis décadas.
Soza no limitó su influencia a Chile, su carrera se expandió a nivel internacional a través de colaboraciones con Naciones Unidas, participando en proyectos de planificación territorial en América Latina y África. Entre sus trabajos más destacados fuera de Chile están sus aportes al Plan Nacional Hidráulico de Ciudad de México.
Complementó su formación de arquitecto con estudios en economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), preparándose para enfrentar complejos problemas de planificación territorial y urbanismo, y abordar desafíos más allá de lo estrictamente arquitectónico. Este enfoque interdisciplinario le entregó herramientas para comprender cómo las dinámicas económicas y sociales afectaban los proyectos de infraestructura a gran escala. El trabajo en México da cuenta de su capacidad para integrar conocimiento técnico con una visión amplia del desarrollo urbano, influyendo en el diseño de sistemas que respondieran a las necesidades locales sin perder de vista el contexto más amplio.
Durante su tiempo como profesor en la UNAM, Universidad de Chile y Universidad Federico Santa María, Soza transmitió esta visión interdisciplinaria a sus estudiantes, relevando la importancia de comprender la arquitectura en su relación con la planificación de las ciudades, los territorios y los sistemas económicos. No sólo le preocupaba diseñar edificios, sino estudiar y entender cómo el entorno construido afectaba y era afectado por las fuerzas sociales y políticas.
En la última etapa de su carrera alternó su labor docente con una sostenida participación en proyectos de carácter público y privado, además de obras de recuperación y restauración patrimonial, como la Cámara de Diputados del Congreso de Santiago, la Iglesia San Francisco de Valparaíso y la Estación de Ferrocarriles de Caldera.